Por si alguien no lo sabe, una corrala es un tipo de vivienda característica del viejo Madrid, diseñada como casa de corredor con armazón general de madera, cuyos balcones dan a un patio interior.​

Si hay un tipo de vivienda madrileño por excelencia, es la corrala. Aunque hay ejemplos de ellas en otras ciudades, cientos de estas humildes construcciones, en un principio llamadas “casas de corredor” proliferaron en la capital a lo largo de los dos últimos siglos y han pasado al imaginario colectivo como el prototipo de la forma de vida del Madrid castizo.

Esta tipología edificatoria hunde sus raíces en las casas en torno a patio de las villas romanas y en la arquitectura hispanoárabe, y tiene su origen más cercano en las construcciones populares castellanas y manchegas del Siglo de Oro, como el célebre corral de comedias de Almagro, construido en el siglo XVII para representar obras de teatro y que hoy día sigue en uso.

En las corralas madrileñas, las viviendas se vuelcan a un patio central y se accede a ellas mediante galerías abiertas, habitualmente hechas de madera. Esta forma de construir se extendió para alojar a la población creciente que se desplazó a la capital desde las zonas rurales, debido a la industrialización del siglo XIX, aunque las primeras corralas se habían comenzado a levantar varios siglos antes en Madrid.

Esto es exactamente con el secreto del que damos buena cuenta en esta ocasión. Para dar con él hay que desplazarse hasta la Calle Redondilla, junto a la Plaza de la Paja. Esta vía es conocida por poseer unos de los más claros ejemplos de Casas a la Malicia de la ciudad (aquel tipo de ingeniosa construcción que se inventaron los madrileños para ‘esquivar’ la Regalía de Aposento). Es en la intersección con la Calle de los Mancebos, en el Número 13, donde nos damos de bruces con una edificio de piel rosácea de ladrillo y alma de negras forjas. Una casa que sólo con verla ya desprende un histórico aroma, de los que tanto nos gustan.

El edificio , que perteneció al Duque del Infantado, es una casa de viviendas y cobija una fantástica singularidad y es que en su interior podemos encontrarnos con la corrala más antigua de Madrid. Esta casa- corredor se levantó en el año 1711 por Teodoro Ardemans, a quien también le debemos otras notables presencias de Madrid como la Casa de la Villa. La capital es conocida por este tipo de viviendas, Madrid y sus corralas siempre han ido de la mano, en estas galerías vecinales se han aglutinado una cantidad inimaginable de recuerdos y momentos y la más veterana de todas descansa dentro de esta casa, en la Calle Redondilla.