Con el verano, siempre viene a nuestras mentes la famosa canción de Los Refrescos: «pero al llegar agosto y el verano…». Sí, justo, esa, «aquí no hay playa, vaya, vaya». Y es verdad… y mira que no se echa de menos, la verdad. Es lo único que le falta a nuestra querida Madrid. Pero, como no se puede tener todo, cambiamos la playa por las fuentes: tremendas fuentes que son origen de inspiración y de mucha historia.

¿A que no sabías que Madrid tiene la única escultura dedicada al diablo?

Lucifer corona este monumento recogiendo el inicio del mito de la Caída. Es una de los monumentos que más llaman la atención de la ciudad, y tiene una historia curiosa detrás.

Hacia 1877, el escultor madrileño Ricardo Bellver se vio inspirado por el libro ‘El paraíso perdido’, de Milton. Presentó la obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes y ganó la Medalla de Primera Clase. El Estado compró la estatua, y en París se realizó una fundición en bronce.

Durante poco tiempo pasó a formar parte del Museo del Prado, pero en 1879 el Ayuntamiento pidió usarla como decoración en el Retiro. Francisco Jareño diseñó el pedestal, y Lucifer fue colocado en la cota 666 sobre el nivel del mar. Desde entonces ha atraído la atención de los turistas.

La Fuente de la Cibeles se conoce internacionalmente. Si eres colchonero, ya sabes por qué ,-). Pero eso pertenece solo a su historia reciente. Fue construida por Francisco Gutiérrez en 1782 durante el reinado de Carlos III, y esta estatua pertenecía a un plan mucho más ambicioso de Ventura Rodríguez.

Junto a ella se levantaron las fuentes de Neptuno y Apolo, y varios de los edificios del Paseo del Arte. La diosa Cibeles pertenece  a la mitología clásica y representa la tierra. En esta pieza va acompañada de los leones Atalanta e Hipómenes, los mismos que vemos en el Palacio del Congreso.

El Monumento a Cervantes, y la fuente en la que está contenido, es un lugar maravilloso de Madrid. Poca gente sabe el motivo de una estatua así en un lugar como este, y lo que representa. Daremos algunas pistas. Por un lado tenemos a Cervantes, sentado en un trono esculpido bajo el obelisco.

Frente a él, Sancho y Quijote cabalgan a lomos de sus bestias. En la parte trasera del obelisco localizamos veinte escudos, uno por cada país que en 1915 hablaba español. En la parte más alta del monolito se observa una bola del mundo rodeada por cinco mujeres leyendo. Una mujer por continente.

Eso sí, muy bonitas para ver y visitar, pero en ninguna de ella nos podremos bañar. Para eso, hay multitud de piscinas que podrán ayudarte a refrescarte.

Nos vemos en las fuentes!