Dada la ubicación privilegiada frente a la Catedral de Almudena y al Palacio Real, El Anciano Rey de los Vinos ha sido testigo de varios acontecimientos importantes de la ciudad en los últimos años. La castiza taberna tiene algunas anécdotas guardadas que hoy desvelaremos a continuación. 

A finales del siglo XIX se ubicaba la Casa Pedro Martínez, un local donde se servía aguardiente, café de puchero y té como en cualquiera taberna de la época. Fue en 1909 cuando el propietario, Pedro Martínez, decidió darle el control del establecimiento a Luis Morón. En ese momento, todo cambió. 

Luis Morón fundó El Anciano Rey de los Vinos, tal y como la conocemos hoy. No obstante, en 1931, con la llegada de la Segunda República, se vio obligado a eliminar la palabra “rey” tanto del rótulo como en las mesas del Anciano y pasó a llamarse “Anciano de los Vinos”. Tiempo después, durante la Guerra Civil, permaneció cerrada. 

Se rumorea que era la taberna preferida de Alfonso XII: se tomaba el vino y sus tapas sin que nadie lo viera venir ni marcharse. El secreto de su discreción era que accedía a la taberna a través de un pasadizo secreto. 

Entre los clientes que acudían a la taberna había políticos, senadores y párrocos de la Catedral de la Almudena. Curiosamente, los párrocos de la Catedral de la Almudena servían el vino de Mistela para celebrar la eucaristía. 

En 2005 se renovó la taberna y el antiguo dormitorio de los empleados se convirtió en el restaurante. El resto de la decoración se ha mantenido intacta a pesar de los años, incluso las puertas tienen un significado dado que antiguamente las tabernas pintaban las puertas de color rojo para indicar que se vendía alcohol. 

Para celebrar los cien años elaboramos una tapa especial: regalito de torito. Se  diferencia del rabo de toro tradicional en que el nuestro lo envolvemos en una pasta filo y lo acompañamos con su jugo.   

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