Como casi todos saben, nuestro Anciano Rey de los Vinos es vecino de dos de los más imponentes edificios de Madrid: la Catedral de la Almudena y el Palacio Real. De éste último nos ocuparemos ahora, pues no son pocas las leyendas que lo envuelven.

Como reseña histórica el Palacio se construyó sobre los restos del antiguo alcázar musulmán que allí se erigía, y que posteriormente fue reconvertido por los reyes cristianos en el Real Alcázar. Ya durante la construcción de éste se dice que una gran cohorte de brujas y fantasmas molestaron y causaron la muerte de varios obreros. Lo cierto es que, desde la caída del antiguo bastión árabe, la gente evitaba pasar por los terrenos del Palacio y el Campo de Moro, afirmando que aún podían oírse los gritos y lamentos de los defensores caídos durante la batalla.

Se cuenta también que entre los muros del Real Alcázar se practicó un exorcismo a Carlos II. Este monarca, más conocido como «El Hechizado», fue víctima de un duende que habitaba  en el edificio y al que no se le ocurrió otra cosa que darle a beber al Rey los sesos de un muerto disueltos en un tazón de chocolate, provocándole todo tipo de males.

También se dice que el mismísimo Duque de Alba se encontró a una bella dama en la capilla del Real Alcázar que resultó ser la señora de la Guadaña, anunciándole su muerte.

Sea como sea, un misterioso incendio destruyó el edificio en 1734, dando lugar, 4 años más tarde, a la construcción del Palacio real que hoy conocemos.

Pero no se acaban aquí las leyendas. La más popular se refiere a uno de los arquitectos contratados por Felipe V para tan magna obra. Se trataba de Filippo Juvara a quien, al parecer, el Rey ordenó cortarle las manos y arrancarle los ojos a fin de que no pudiera hacer nunca un palacio similar.

Pero Filippo no se quedó demasiado satisfecho por el trato recibido y su venganza se tradujo en los duendes y demonios que trepaban por los muros de la obra, y que hacían caer todo tipo de objetos sobre los obreros. A tanto llegó el asunto que el propio Felipe V mandó realizar un exorcismo para calmar al bueno de Juvara.

Y no quedo ahí la cosa, porque la esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, tuvo un sueño en el que Madrid era asolada por un terremoto y ella misma moría sepultada bajo una de las estatuas de los 108 monarcas que adornaban el Palacio Real. Por eso las estatuas fueran retiradas y guardadas hasta bien avanzado el siglo XIX cuando se sacaron y distribuyeron por diversos puntos, como la plaza de Oriente, los Jardines de Sabatini o el Retiro.

Y no podemos dejar de nombrar al fantasma que aquejado de «males de amor», se dedicaba a dejar preñadas a las damiselas que paseaban por el Campo del Moro, y que, compadecidas del pobre fantasma enamorado, se acercaban a darle consuelo. Y desde luego que le consolaban. Eso sí, del embarazo el fantasma se desentendía. Curioso ¿verdad? A mí me suena a Real excusa…

Pues si quieres sentir de cerca todos estos misterios no tienes más que acercarte al Anciano Rey de los Vinos. No podemos asegurar que veas algún fantasma, pero el vino y la galletita lo tienes asegurado.