Si algo no puede faltar en una taberna que se precie son unas buenas croquetas. De jamón, de bacalao… de mil formas y maneras, son unos de los manjares más demandados. Pero es un plato que también tiene su historia. Su nombre procede la palabra francesa croquer, que es una onomatopeya de «crujir». De croquer el nombre evolucionó a croquette y finalmente, se castellaniza como croqueta.

Parece ser que el origen de las croquetas está en Francia, dado que la base de este plato es la bechamel que fue inventada por el cocinero del marqués Louis de Béchameil en el siglo XVII. Pero también hay quien dice que simplemente se trataba de una copia de lo que ya habían inventado un tiempo antes unos cocineros italianos.

La primera referencia que hay de unas croquetas es de 1817 por parte de Antonin Carême, un cocinero francés que en un banquete para el príncipe de Inglaterra sirvió un plato de bechamel recubierta por una capa gruesa y crujiente. A esto lo llamó croquettes à la royale.

Posteriormente se popularizaron entre todas las clases sociales, pero aún tardarían tiempo en llegar España. En 1846 son citadas por el gran escritor Alexandre Dumas, pero no es hasta 1867 que aparecen referencia de ellas en textos españoles, como «El cocinero español» o «La perfecta cocinera».

Y ahora, como ya conoces su historia, te puedes venir a El Anciano Ry a tomar una excelentes croquetas, sedosas, cremosas, crujientes y con todo el sabor ¿A que apetece?