El otro día nos dio mucha pena cuando un seguidor de nuestro canal en Facebook nos escribió en un post que había venido a vernos con mucha ilusión pero que estábamos cerrados… Y es que era… un martes! Y los martes, ya hace mucho tiempo, que decidimos que fuera el día en que cerramos para descansar. Pues sí, tenemos esa mala costumbre ;-). Pero necesitamos cargar las pilas para darlo todo el resto de los días, que abrimos de 08,00 de la mañana a 2,30 de la madrugada.

Y entre las ocho de la mañana y las dos y media de la madrugada, tenemos y servimos comida y bebida de manera constante. El por qué es evidente: tenemos muchas visitas extranjeras que comen prontísimo, otros que se han despistado y, aunque son extranjeros, comen tardísimo, y nos dan las gracias por Instagram por haber saciado sus estómagos, y luego estamos los españoles, que comemos cuando podemos (o cuando queremos, que de todo hay).

Y los vecinos, los que vienen a tomar café todas las mañanas, las señoras que camino a los «mandaós» del día pasan por aquí a tomarse un refresco, los chavales que muriéndose de sed entran a por un buen refresco de cola, los que vienen al vermouth y/o al pincho de tortilla, los que vienen a la sobremesa, los que se quedan después de la comida y les «dieron las 10, y las 11, las 12, la 1, la 2 y las 3…» (y nosotros encantados, eh!)…

En fin, es un no parar: El Anciano Rey de los Vinos, en cualquier época del año, pero sobre todo en verano, es un crisol de culturas, es un devenir de destinos… Muchas veces pensamos que si La Colmena se escribiera hoy, Camilo José Cela no hubiera tenido más que hacer que sentarse en nuestra barra y observar.

Y nos encanta que sea así: amamos nuestro trabajo, venimos todos los días con pasión a hacer lo que más nos gusta, y nos encanta que nuestro sitio se haya convertido en este crisol. Gracias a ti también, lector, porque si no has venido, algún día nos visitarás. Y ese día serás parte de nuestra particular colmena.