En el mes del amor, no queríamos dejar pasar la oportunidad de hablar de leyendas de pasión… Aunque parece el título de una película, «haberlas, haylas», como dicen por el norte de España. Y sí las hay… pero lo que quizá no sepas es que Madrid tiene leyendas muy bonitas relacionadas con historias de grandes pasiones. Así que hoy te las traemos:

El viaducto salvador

El puente de la calle Segovia, muy cerquita de donde estamos nosotros, ha sido el enclave elegido por muchos desventurados para despedirse del mundo. En 1875, la asfixiante sociedad decimonónica impedía a una mujer disfrutar del amor que sentía por un castizo amante sin riquezas que ofrecer como dote a su exigente familia. Su hombre era un honrado y apuesto zapatero de Carabanchel, que entre olor a linimento y besos la habían hechizado sin remedio. La imposibilidad de ser libre en brazos de la persona que ella había elegido para compartir su vida la fue sumiendo en un estado depresivo. Con pocas opciones en su mano, decidió pasear su melancolía por el puente inaugurado en 1874. No había sido la primera persona en pensar utilizarlo para el fin por el que ha sido célebre en Madrid. En un momento de desesperación lo vio claro. No quería seguir adelante sin su amor.

Tras unos instantes de duda, decide arrojarse al vacío, pero los caprichos de Cupido o quién sabe, quizás de San Valentín, son juguetones. Sus enaguas y su vestido victoriano que la habían encorsetado se transformaron en un paracaídas que logró reducir el impacto y llevarla a salvo al fondo del barranco. Otras versiones menos bucólicas hablan de que su ropa se enganchó con los árboles impidiendo su caída. Los padres agradecidos con el milagro cambiaron de parecer y al final ella y su zapatero pudieron casarse y disfrutar de una larga vida en común. La enamorada paracaidista murió tras dar a luz a su decimocuarto hijo.

Sea como sea, por lo menos aquel día, se salvó… gracias al amor.

 

El parque del capricho

Cualquier enamorado que se precie ha paseado por este parque de inspiración francesa creado para amar la vida y sus placeres. La XII Duquesa de Osuna, María Josefa Pimentel, tenía una auténtica obsesión por poseer el centro de ocio más lujoso que se hubiera creado en Madrid. Y su marido la complació comprando unos terrenos y encargando a reconocidos arquitectos franceses que echasen a volar su imaginación para crear un sitio donde los amantes pudieran jugar al… amor. Por entonces, había canales de agua que comunicaban otras partes de Madrid con este parque, así que la duquesa, toda una mecenas de artistas, mostró su capricho a la aristocracia con fiestas antológicas, bailes sugerentes y amores furtivos, que se perdían por su laberinto o yacían en sus jardines.

Con el paso de los años, y durante la guerra civil, alojaron en su interior búnkeres, pero posteriormente fue recuperado y se manteien en pie como recuerdo del amor más sofisticado y romántico.

Está situado en el Paseo de Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas.

 

10 historias de amor madrid San ValentínSan Valentín, vecino de Malasaña

Por extraño que parezca, es posible que los azares de la historia hayan convertido al patrón de los enamorados en un malasañero más. Este presbítero romano fue conocido en tiempos del emperador Claudio II por arriesgar el cuello casando a parejas jóvenes que deseaban certificar su amor en la clandestinidad. El imperio había prohibido los enlaces matrimoniales creyendo que los solteros servían mejor a las legiones, sin temor a perder el amor que les esperaba junto al fuego en su lecho. Tras su decapitación, todos los enamorados le rinden pleitesía. Pocos de ellos saben que quizás sus restos se encuentren en la iglesia de San Antón, actualmente coronada con luces de neón y sirviendo a los nobles propósitos de Mensajeros de la Paz. Junto a ella, se alza la sede de COAM y su moderna terraza Bosco de Lobos, en lo que puede resultar el plan de San Valentín más acertado. Otras ciudades se disputan este privilegio, pero parece que el santo llegó a España en el siglo XVIII como recompensa del papado a la labor de Carlos IV.

10 historias de amor madrid San ValentínUna cruz como símbolo de la pasión eterna

En tiempos de Felipe II, en la calle Sacramento de Madrid, se levantaba hasta 1972 una casa en la que en el siglo XVII vivía un matrimonio árabe un tanto disfuncional. El marido era un mercader entrado en años que se había desposado con la belleza joven más rutilante de la ciudad. Un cristiano avispado preso de su pasión por la muchacha se propuso con éxito seducirla. En ausencia de su marido ambos se citaban en aquella casa convertida en nicho de amor. Las citas se iban repitiendo con asiduidad hasta que una noche ella se quedó esperando con su camisón contemplando la luz de las velas de su alcoba hasta que se consumieron. La extraña desaparición de su apasionado cristiano la dejó en vilo. Pasaron los años y su luto la consumía en silencio.

Una tarde, su marido falleció y ella quiso darle un nuevo look a su hogar. Su espanto fue indescriptible cuando descubrió a su antiguo amante emparedado en una de las paredes de la casa. Desde ese momento -y en honor al amor de su vida- decidió convertirse al cristianismo. Como símbolo de su gran pérdida y de todo aquello que pudo ser y no fue, mandó instalar una cruz de palo en el tejado. Para siempre este enclave romántico pasó a llamarse la Casa de la Cruz de Madera hasta su desaparición en el siglo XX.

 

Existen muchas más leyendas de pasión en nuestra querida urbe: tantos años de historia y tanto que contar…