El Anciano Rey de los Vinos cumplió en 2009 100 años de existencia. Castiza taberna que ha sido testigo de forma silenciosa de varios de los acontecimientos más importantes de la ciudad de los últimos cien años. Dada su situación privilegiada frente a la Catedral de la Almudena y el Palacio Real, El Anciano Rey de los Vinos ha visto casarse a los Príncipes de Asturias, ha llorado en los funerales por las víctimas de las grandes tragedias que le ha tocado a Madrid vivir, ha visto arribar al Palacio Real a distinguidos mandatarios y, sobre todo, ha vivido el pulso de la ciudad y de sus habitantes.

El Anciano Rey de los Vinos se encuentra en un edificio construido en el 1886, sito en la calle Bailén, en el número 19. Hacia finales del siglo XIX, en el local que ocupa el venerable Anciano, se ubicaba Casa Pedro Martínez, un establecimiento donde se servía café de puchero, aguardiente y té como en otras botillerías y tabernas de la época. En el 1909 su propietario, Pedro Martínez,  cedió el control del establecimiento a D. Luis Morón. Fue a partir de entonces cuando Luis Morón, dando un giro de calidad al establecimiento dotándole de marcas propias de vino como el ‘Viejo’, ‘Los Viejos’ y el ‘Anciano Rey’, dio por fundada la taberna ‘Anciano Rey de los Vinos’, tal como la conocemos en nuestros días.

No fue el único Anciano el de la calle Bailén: Luis Montón regentó tres tabernas más, donde introdujo los vinos propios en los años 1907 –en la calle de La Paz- y en 1909 –en el 105 de la calle de Fuencarral y en la calle Leganitos-.

En el año 31 del siglo pasado, Luis Morón se vio obligado a eliminar la palabra Rey del rótulo y de las mesas del Anciano por exigencias de la República. Pocos años después, durante el duro período de la cruenta Guerra Civil,  la taberna el Anciano Rey de los Vinos, como tantos otros establecimientos, permaneció cerrada. Fue en el 1940, un año después del fin de la contienda, cuando Luis Morón decoró el interior del Anciano con los azulejos que todavía hoy engalanan la castiza taberna.

Hasta el año 1942 Luis Morón estuvo al frente del negocio, año en el que, por motivos de edad, pasó la responsabilidad de la gestión a su sobrino Abilio Manzanal Ortega, aunque de las cuatro tabernas originales sólo sobrevivieron dos: la de la calle Bailén y la de la calle de la Paz, aunque esta última ya con otro nombre, el As de los Vinos o las Torrijas. Fue Abilio quien cambió el antiguo mostrador de nogal: en el año 1958, ante la gran afluencia de clientela que tenía la taberna, se hizo necesario ampliarlo. Como Abilio no encontró quien lo agrandase, lo sustituyó por uno nuevo con encimera de baquelita y bandeja de acero inoxidable.

Fue el sobrino del fundador quien abrió las puertas del Anciano Rey de los Vinos a la actual familia propietaria. Corría el año 1948 cuando Constancio Cortés Hernández cruzó por primera vez el umbral de la taberna. A la tierna edad de quince añitos, como se acostumbraba entonces, Constancio comenzó a  trabajar duramente tras la barra del establecimiento. Con una clara vocación de servicio, con el saber hacer de los taberneros de antaño, cumplió los treinta tras el mostrador que en esos años vio cambiar. Fue entonces, a principios de los setenta del siglo XX, cuando Constancio adquirió la taberna continuando en ella hasta su jubilación en 2003. Con Constancio jubilado, la gerencia del Anciano Rey de los Vinos recae en su hija Belén Cortés Borges, quien apoyada por su esposo, Alejandro Casado Manrique, continúa al frente de la castiza taberna.